sábado, 29 de enero de 2011

Conectate imbécil



Suenan gotitas de agua embistiendo contra el duro cristal, el run-run del ordenador, el tic-tac de un reloj, el clac-clac de las teclas del teclado y el tic-tic del ratón.
Tengo delante de mí, sobre la mesa y colocada de mala manera, una hoja con el resumen de filosofía que ocupa una cara y un cuarto. Acabo de colgar el teléfono porque estaba hablando con un amigo y he leído un mensaje que me había llegado durante el proceso. Era mi intención meterme en la calentita cama junto a mi perra y envolverme entre las mantas para entrar en calor y estudiar así el resumen. Como apreciáis, no ha sido ese el proceso que he seguido ¬¬.
He cogido mi plumas y me he envuelto, he abierto esta hoja de Word y me he puesto a escribir esperando a que ese idiota se conecte. Debería estudiar, lo sé, pero me he puesto mala y me duele todo el cuerpo.
He decidido escribir sobre nada en concreto. No esperéis un buen relato que os haga reír o llorar, esperad tan solo un aburrido relato de una aburrida muchacha… Pienso ser mangaka…
-¿A sí?
Ya, esto no os lo esperabais, yo tampoco. He decidido meter la voz de mi conciencia, bueno, realmente, he decidido meter una voz dentro de mi cabeza para añadir algo de relleno a esta conversación.
-¿Sabéis que la palabra “mangaka” no era reconocida por este programa? Que horrible…
-Te duele el pecho.
-Lo sé, soy consciente pues es a mí a quien le duele ¬¬
-Solo era un comentario.
-Voy a ser mangaka, con Kaia, aunque no se yo… pero bueno, está claro que voy a dedicarme a algo de escribir o dibujar.
-Antes tienes que aprobar el curso, que estás en segundo de bachillerato y en toda la primera evaluación no has pisado el insty.
-Fue por un accidente ¿vale?
-Genial, el imbécil se acaba de conectar.
-Guay… ¿Por qué no pones la conver aquí? Si, para que todos la lean.
-Bueno me voy.
-Eso que ahora es privado. :P:P

Te echo de menos :)


Por esos momentos que pasamos. Yo te dedico esta pequeña hoja, de un blog perdido entre las páginas que nadie lee… Es poco, pero es lo que puedo hacer por ti a parte de gritar al viento lo mucho que te echo de menos. Las dos.
Mar….  ¿verdad que nunca olvidaremos aquello? Las carreras, las aventuras, las veces que nos perdimos, las veces que nos cambiamos porque te daba miedo…
BACO, dios del vino, corcel del mundo, TORBELLINO, dios de mi corazón, corcel del agua. Los cuatro que íbamos a donde el aire se dirigiera, que jamás contamos le tiempo ni mirábamos el reloj, que no importaba el clima o las cuestas, ¿Qué nos detenía?
Yo puedo decir qué nos detuvo. Lo mismo que se llevó a vals, o a Viena, o a Katú, lo que casi se lleva a Bribi y lo que casi te lleva a ti. Me alegro de que sigas aquí, fue horrible cierto pero… sigues en este mundo ¿no? Vivo, con amigos… aunque no nos volvamos a ver… Tú que tenías la misma marca de nacimiento que yo. Gracioso e irónico. Un corcel y una chica, amigos inseparables… No puedo decir que te quisiera más que a nada pero Mar… si podría decirlo. Y por ella.
Y las dos, bueno, los tres te decimos: no te olvidamos ;)



Aqua!!

domingo, 23 de enero de 2011

Dana


        Bendito día en el que viniste a nosotros. Compitiendo contra el otoño en su color del fuego. Levantándote orgullosa luciendo tu algodón. Pequeño cuerpo, alma enorme. Nadie comprendía lo que yo sentía. Una hija, una más de la familia. No soy rencorosa pero puedo mandar al infierno a todo aquel que diga la frase: “solo es un animal”. Hay animales que valen más que personas, y tú mi niña lo valías. Puto accidente, maldito destino que te llevó de mi lado pero sé que mientras estabas con nosotros fuiste feliz. Nadie se te podrá comparar enana, pero gracias a ti aprendí que cada momento es importante, que nadie sabe cuándo puede ser el último. En contra de mi voluntad te tuve que decir adiós pero nos veremos al final del camino y así lo quiere el destino.
DANA

Para mi mejor amigo


He llorado, he reído, he sido una borde, he sido una estúpida niñata, pero me has sentido, te he sentido, has estado ahí. ¿Siempre? Vale, puede que no. Te enfadas si me pongo pesada, me llamas tonta si hago cosas que no te gustan, pero no ha habido un solo día, y esto puedo jurarlo, que no me cogieras la mano y me dedicaras una sonrisa. Porque como una tonta sigo queriendo que me mires, que me sonrías, que me cojas la mano o me abraces. Y no como un novio. No. Como un amigo. ¿Es eso raro? Joder es que si lo entendiera probablemente no estaría escribiendo esto.  Que te quiero, claro que te quiero, eres la persona más especial que tengo, pero aun así no te veo como un novio.
Siempre me repiten que no mienta, que me gustas, que te gusto. ¡Pero no lo entienden! Si estoy contigo solo necesito tu mano, tus ojos, tu sonrisa. ¿Serías capaz de recordar cuantas veces te he sacado la lengua? He llorado contigo, he sido la niña más repugnante del mundo. Si, de esas a las que a veces dan ganas de darles una ostia y reventarles la cara, y es que sin querer he sacado todo lo que tengo dentro de mí. No me gustan esos momentos porque giras la cara y dices que no te gusta que sea así. Lo siento, intentaré no hacerlo aunque sabes que es imposible.
Pero lo que vengo a contar es que estoy dividida. Tú eres lo más especial que tengo y no te voy a negar que muchas veces he sentido la necesidad de llegar a algo más, pero no lo he hecho, me he aguantado porque sé que no es así como te quiero. Eres la persona que quiero a mi lado, con la que rio, con la que lloro, con la que puedo estar a solas sin sentirme extraña. Pero también necesito otro tipo de sentimiento, el amor que da un novio y sé que no lo quiero de ti. Un novio nunca es para siempre, a un novio no le permites que te oculte cosas y aunque lo intente, no puedo tener un chico que mire a otras chicas. Es la necesidad de una persona con la que estar, amar y discutir.
Yo no quiero discutir contigo, es más, cada vez que apartas mi mano, o me giras la cara siento como si tuviera algo en la garganta y sigo intentándolo hasta que desistes y entonces vuelves a ser el de siempre. No me preocupan las cosas que hagas ni las cosas que haga yo porque no me tienes que dar explicaciones y yo a ti tampoco.

Aqua!!

martes, 11 de enero de 2011

Nacho



La primera vez no fue más que una gamberrada. Había dibujado un grafiti con su nombre en un muro. Más adelante comenzaba a desaparecer la ropa interior de los tendales y reaparecía en los espantapájaros. La gente del pueblo empezaba a enfadarse pero no podían hacer nada, ¿qué culpa tenía el muchacho si sus padres eran unos borrachos que no se preocupaban por él? Pasaba el tiempo e Ignacio cada vez las armaba más gordas. No había huerto que sobreviviera a su paso, no había gato que acabara sin cola. Cristales rotos, puertas destrozadas, la caja del bar apareció vacía… Ignacio era un auténtico problema. Había sido ingresado en un centro de menores pero había salido poco después, ya empezaba a beber como sus padres y lo de estudiar ni lo conocía.
Era un chico problemático y el pueblo empezaba a cansarse de él. Pasaba de todo, no tenía sueños ni ilusiones, lo único mínimamente importante para él era el bosque. La gente no sabía lo que hacía en el bosque, y tampoco quería saberlo. Preferían que se mantuviese allí el mayor tiempo posible, así no haría gamberradas.
La noticia llegó como un hachazo directo al pecho de Nacho. El bosque sería talado para construir un campo de golf. Escuchó la noticia de un grupo de hombres que estaban discutiendo sobre ello. Al parecer una compañía muy importante quería comprar el campo de golf y aunque el pueblo se negara parecía que no servía de mucho.
Nacho se descubrió siguiendo de cerca los movimientos tanto de la empresa como del pueblo. Antes de darse cuenta vio que había saboteado las máquinas de los taladores. Más tarde decidió unirse al pueblo para evitar que talasen su bosque. Las personas le aceptaron de mala gana pero al ver su motivación y el esfuerzo que ponía decidieron darle una oportunidad. Ignacio estaba cambiando porque había encontrado lo que de verdad le gustaba.
Estaba empezando a importarse por las cosas referidas al pueblo, como territorios, derechos etc. Comenzó a estudiar sobre las clases de árboles protegidas y las especies de animales que vivían en ellos. En apenas unos meses consiguió saber más que todos los demás juntos. Ayudó en trabajos voluntarios para restaurar edificios derruidos y consiguió un pequeño empleo como ayudante de invernadero.
Estaba todo el día metido entre plantas y cuando no, estaba en el bosque. Todo el mundo se creía que Nacho conocía el número exacto de árboles, el número de pasos que había entre cada uno y el número de animales o insectos que habitaban en ellos.
Al chico en verdad le apasionaba aquello, se había propuesto cambiar su vida, estaba ahorrando para más adelante poder llevar a sus padres a un centro de desintoxicación y quería formar un propio invernadero para cuidar sus propias plantas, incluso se le había pasado por la cabeza la idea de ir al instituto y estudiar algo de biología. Pero lo primero era lo primero, tenía que salvar ese bosque como fuera.
Estudiaron los terrenos para impedir que se talara un solo árbol mientras intentaban solucionar aquello. Cada noche Nacho y algunos jóvenes más iban a sabotear las máquinas, quitar las marcas de los árboles que delimitaban el lugar a talar o metían esgolancios y pequeñas serpientes entre los asientos.
La obra se retrasó, todos estaban trabajando en lo posible porque les permitieran proteger el bosque. Había plantas autóctonas de Asturias que estaban prohibido talar pero Nacho comprendió que el dinero era lo que movía a casi todo el mundo. Con dinero de por medio sería muy difícil. Decidió ir a hablar personalmente con una persona que le recomendaron, encargada de proteger el medio ambiente. Tuvo que viajar a la ciudad y estaría fuera una semana. O eso se creía.
Al principio no consiguió una entrevista y tuvo que esperar dos semanas, cuando la consiguió tuvieron que retrasarla y después no conseguían los papeles. Cuando consiguió  todo lo necesario para proteger su bosque había pasado más de un mes por lo que volvió a casa lo más rápido posible para comunicar la noticia.
Había cambiado tanto… nunca pensó que llegaría a esforzarse tanto por algo. Aunque en el tiempo que había tenido que esperar por esos papeles había gastado todo el dinero que tenía ahorrado para sus padres, sabía que en cuanto mostrara al pueblo que lo había conseguido le ofrecerían algún pequeño trabajillo y podría comenzar de nuevo una nueva vida.
Bajó del tren y echó a correr, mochila a la espalda, hacia el pueblo. Una sonrisa cubría su cara, lo había conseguido.
Cuando llegó nadie salió a saludarlo, es más, se mostraban esquivos. Fue a saludar a su jefe del invernadero y este le respondió fríamente que estaba despedido y que no volviera a aparecer delante de él.
Nacho estaba anonadado, no entendía que pasaba. La panadera se acercó a él y comenzó a insultarle.
-¡Ya sabía yo que no podíamos fiarnos de ti! Ya sabía que inventarías una escusa para irte con el dinero y abandonarnos a todos, al bosque y  tus padres. ¡Esto solo es culpa tuya!
Nacho procesó la información durante unos instantes y después se defendió. Enseñó el papel que le habían dado para proteger al bosque, explicó que no había tardado a propósito y que el dinero se lo había tenido que gastar. Pese a todo ello nadie le creyó, era muy duro pero al menos podía proteger el bosque…
Esa tarde decidió salir a pasear. Tomó el camino y a paso ágil se dirigió hacia su lugar de paz. Lo que se encontró allí le quitó el alma. Una enorme extensión de tierra removida y montañas de troncos amontonadas en un lateral. Lo habían hecho aprovechando que él no estaba y habían ganado. No había bosque, no tenía dinero, nadie confiaba en él y había perdido la esperanza. Entendió entonces que la manera de defender algo que se ama no es con papeles y siguiendo la ley, debería haberlo hecho como desde el principio, a su manera.

2011 Año internacional de los bosques


Esta mañana mamá se ha levantado de buen humor y papá ha salido temprano a trabajar. Me ha dado de desayunar un chocolate caliente de esos que a mí me gustan mientras tatareaba una canción. Como estaba tan contenta me he arriesgado a preguntarle si me dejaba ir al bosque, aunque esta vez, en vez de decir un NO seco y poner cara de ogro, se ha limitado a negar con la cabeza y añadir con una sonrisa que el bosque es muy peligroso para una niña de siete años como yo.
Mamá nunca me deja ir al bosque, dice que me puedo hacer daño, pero yo sé que el bosque no es peligroso porque yo tengo muchos amigos allí. Cada vez que le hablo a mamá de mis amigos ella me dice que deje de decir tonterías y no vuelva al bosque, pero yo no entiendo por qué son tonterías.
Cuando terminé de desayunar salí a la calle a jugar con mi perrita. Es como una segunda mamá porque siempre me está cuidando, aunque si la molesto me gruñe, justo justo como mami.
Cuando me quitó el ojo de encima decidí irme al bosque. Caminé por la acera, primer cruce a la izquierda y seguí el camino hasta salir del pueblo. El bosque es muy grande pero mi sitio favorito está justo en el centro y está lleno de castaños, papá dice que es un bosque tono, átono, ¡ah, sí! ¡Autóctono!. Mis amigos siempre me están esperando con algún juego nuevo, la última vez me mostraron una enredadera seca por la cual podía colgarme como si fuera Tarzán, pero como caí y me manqué en el culo, ya no jugamos más…
Cuando llegué, estaban mirando algo curiosos y me acerqué a ellos. Miré por encima del Señor Pon, que es un animalillo muy pequeño y también algo gruñón, y observé que tenían una carta en el suelo. Tía Lila, una hadita muy guapa y con una vocecilla que te entra por los oídos como un pitido, la estaba leyendo en voz alta; se trataba de una hoja de diario de una niña pequeña.
Bambi me explicó que se trataba de lo que la niña quería ser de mayor, de cómo explicaba que no quería separarse de sus amigos aunque creciera y que estaba triste por eso. Yo tampoco quería separarme de mis amigos, porque aunque mamá me decía que no podía verlos ni ir al bosque, ellos eran muy buenos conmigo.
Entonces tuve una idea, al día siguiente reuniríamos cosas importantes de cada uno de nosotros y las guardaríamos en una caja, la enterraríamos y haríamos una promesa, así nunca nos separaríamos.
Cuando llegué a casa mi mama me riñó por haberme ido sin avisar y me obligó a comerme los garbanzos. Yo odio los garbanzos. Intenté entretenerme con algo hasta el día siguiente.
Hoy mamá ya no estaba de tan buen humor, por eso me lo pensé dos veces antes de entrar a hurtadillas a su cuarto, vaciar la caja donde guardaba sus pendientes y collares y salir corriendo con ella hacia el bosque. Allí estaban mis amigos, El Señor Pon, Tía Lila, Bambi y muchos más, los cuales hicieron un círculo en torno a mí para ver la caja.
Por un momento dudamos en si sería lo suficientemente grande, pero las cosas que habíamos reunido no eran muchas. Lo primero que metí en la caja fue un dibujo donde aparecíamos todos juntos, Tía Lila se cortó un pequeño mechón de cabello brillante que metió en la cajita, El señor Pon cogió una hoja seca que le gustaba mucho y Bambi un pequeño guijarro. Así todos mis amigos fueron metiendo una cosa tras otra hasta que la caja se llenó y la enterramos al pie de un enorme árbol al cual llamamos Tomy. Allí hicimos la promesa de que pasara lo que pasara nunca nos separaríamos.
Ya estoy en el instituto y a pesar de que me sigue encantando el bosque y ya tengo permiso para ir sola, voy menos veces. Hace ya bastante tiempo que he dejado de hablarle a mi madre sobre mis amigos pues ella sigue pensando que son imaginaciones mías. El pasado miércoles fui al bosque pero tan solo vi a Bambi, los demás estaban haciendo cosas, me dijo y no podrían verme ese día. Fue una lástima, no iré hasta dentro de bastante tiempo.
He ido al bosque con muy poca frecuencia, es increíble lo rápido que pasa el tiempo y las cosas que me tienen entretenida, ya casi no piso el bosque, he ido hace dos meses, el día antes de mi boda e iré en cuanto nazca mi bebé, estoy segura de que Tía Lila estará encantada, estoy segura de que será una niña. El Señor Pon querrá ser su profesor y enseñarle las cosas del bosque y Bambi será su compañero de juegos, estoy segura de que a todos les hará muy feliz.
Hoy ha sido un día muy ajetreado, mi niña ya tiene casi 2 semanas y hoy pienso llevarla al bosque. Mi marido al principio no estaba de acuerdo y después quería acompañarnos pero me he negado con un No rotundo de esos que hacía mi madre cuando era pequeña. Me costó bastante llegar, de pequeña parecía que estaba más cerca, pero cuando llegué el cansancio se esfumó. Tomy estaba más grande que nunca y el bosque estaba muy tranquilo, nada parecía haber cambiado, nada excepto que nadie había salido a recibirnos. Normal, después de tanto tiempo sin ir lo último que se imaginaban era que fuera a verlos, ni siquiera se imaginarán que he tenido una niña.
Esperé durante una hora larga y después paseé un poco llamando al Señor Pon, a Tía Lila y a Bambi, ninguno apareció. Decidí volver a casa.
Mi marido notó que yo estaba decaída pero obviamente no podía decirle que allí esperaba ver a mis amigos pues, al igual que mi madre, me trataría de loca. No es que mi madre lo pensara exactamente, simplemente piensa que fueron unos amigos imaginarios que tuve como la mayoría de los niños pequeños, pero yo sé que no los imaginé, ellos son tan reales como lo soy yo o mi hija.
Pasaron dos días pero yo apenas he dormido preguntándome qué habría pasado, aquello no era normal así que al tercer día dejé a mi marido una nota y salí yo sola al bosque. Por un momento me sentí bien porque recordaba a los momentos en los que me escapaba de casa y sin casi darme cuenta ya estaba en el bosque. No había nadie pero decidí no darme por vencida y esperar. Me entretuve colgándome de una enredadera seca, saltando el pequeño arroyo de un lado a otro y llenándome de barro en la orilla fangosa.
Y había pasado mucho tiempo y ya pasaba del medio día, estaba llena de barro y agobiada de esperar. Entonces se me ocurrió desenterrar la cajita que habíamos enterrado tiempo atrás. Al menos podría rememorar aquel momento, las caras de felicidad de todos al meter algo importante en la caja, cada uno un pequeño tesoro. Me acerqué a Tomy y comencé a hablarle mientras desenterraba la caja, justo en el lugar que recordaba. La saqué de la tierra con mucho cuidado, estaba sucia y se notaba que era vieja. Apoyé la espalda contra Tomy y esperé un rato, la verdad es que me habría gustado que en ese momento estuviéramos todos juntos. Después de diez minutos no pude esperar y me decidí a abrir la caja, estaba nerviosa y feliz a la vez, hacía mucho tiempo que no veía a mis amigos y no sabía dónde estaban pero al menos tenía la caja del tesoro, mientras existiera, la promesa seguiría en pie. Entonces el miedo y los nervios se esfumaron, era cierto, habíamos hecho una promesa sobre aquella cajita y no tenía por qué tener miedo de no volver a verlos, estaríamos juntos por siempre.
Conteniendo la respiración y cerrando los ojos abrí la caja. Los abrí poco a poco y vi lo que había dentro, un viejo y desgastado dibujo, nada más. Y entonces supe que mi madre tenía razón, mis amigos no eran reales… tan solo eran imaginaciones mías. Lo pasé muy mal.
Años después esta teoría la tiré a la basura al ver que mi hija venía gritando: ¡Mamá! ¡Mis amigos del bosque me han dado esto para ti! Y cuando abrió sus manitas traía consigo un pequeño mechón de pelo que brillaba como el primer día, una hoja seca preciosa y un guijarro liso y suave.