sábado, 2 de octubre de 2010

La moto de Carru Parte 1.




Era su décimo cuarto cumpleaños y estaba esperando un regalo especial.
Ese día, Alejandro había hecho una fiesta de cumpleaños y había invitado, como no, a sus mejores amigos: César, Luisen, Adrian y Raquel. Todavía era mediodía cuando Alex comenzó a abrir sus regalos.
-¡Eh! Abre ese – le dijo César. Al hacerlo, Alejandro se encontró con unos elegantes y super trabajados tangas de encaje, color rosa. Luisen se obcecó en que abriera el regalo de mayor tamaño, con un bonito envoltorio verde prado. En su interior había una caja de condones de distintos sabores y una camiseta con el mensaje: I love the boys.
-Ahora el mío – le dijo Raquel. Su regalo era una bonita sudadera de color azul marino. El último fue el de Adrian, el cual le regaló dos juegos para la play 3.
Eran todo risas y diversión hasta que su madre interrumpió su juego y anunció a Alejandro que tenía un regalo en el jardín. Salió de su cuarto y recorrió el pasillo hasta la puerta de entrada, la abrió y vio un enorme paquete en el asfalto. Bajó los seis escalones de su porche y se dirigió hacia su enorme regalo. Entre los cinco lo abrieron y podéis imaginar su sorpresa cuando lo que se encuentran dentro no es otra cosa que una Ktm six days.
Alejandro no cabía en sí de gozo e inmediatamente se fueron todos a probar la moto a la pista.
-¡Dale loco! - gritaba Luisen. Alejandro dejaba marcas en el césped patinando con la moto.
Raquel estaba en el banco sentada y grabando con el móvil mientras que Adrian le intentaba convencer para que se la dejase y César le miraba desde el banco.
Alejandro se alejó un poco por la carretera y después, tras dar la vuelta aceleró la moto y la puso a bastante velocidad.
-Bah, va un poco rara – comentó.
-Anda sí, serás tú que no sabes conducir, anda déjamela. - le dijo Adrián acercandose a él.
-No tío, que ye nueva y nun quiero jodela.
-Anda tío, una vuelta nada más.
-Que no, que no.
Y así se pasaron unas dos horas más, Alejandro no se despegaba de la moto ni con espátula y tuvieron que ponerse todos de acuerdo para convencerle de hacer algo distinto.
Volvieron a casa y estuvieron viendo una película: Fredy Cruger Pesadilla en Elm Street, hasta que se hizo de noche.
-Vamos a la casa abandonada – Dijo Raquel.
-Si hombre, ahora, después de ver la película esa, ni de coña que yo me cago vaya – le dijo Luisen. César se rió pero estuvo de acuerdo, Adrian y Alejandro aceptaron la idea de ir.
Al final les convencieron para que, al menos, fueran hasta la entrada de la casa. Ya habían entrado muchas veces en esa vieja casa donde hacía mucho tiempo que no vivía nadie, aunque habían entrado de día y nunca de noche. Eso, junto a que tenía un pequeño cementerio privado en la parte de atrás del jardín, y junto a la película que acababan de ver, convertía aquella noche en una de las mejores que habían pasado nunca.
Estaban en el portal cuando una moto se acercó pitando, todos asustados se empotraron contra el muro de piedra. La moto paró y el conductor se quitó el casco.
-Ay me muas, ¿Qué hacéis? - Era Cristian, un amigo de todos ellos. Aparcó la moto y se internó junto con los demás en el interior de la casa.
Nada más entrar, había un pasillo pequeño, con dos puertas en el lateral derecho y una al final. A la izquierda había unas escaleras que subían al segundo piso.
-No tíos, yo me piro de aquí vaya – dijo Luisen.
-Y yo contigo – le respondió César.
-Anda hombre, no seáis cagaos y quedaros un rato – Intentó convencerlos Raquel.
-Que no, que a mí me da miedo. - Y Luisen se dio la vuelta y giró el pomo de la puerta. Nada.
-Joder que no se abre.
-¿Qué dices hombre? - dijo César e intentó abrir la puerta sin resultado – Joder que no se abre en serio, yo me quiero ir ya os lo digo.
Adrián lo intentó también y como no pudo intentó romperla de un golpe.
-¿Si buscamos una ventana? - dijo Raquel – La verdad es que da miedo pero bah, una oportunidad como esta no se vuelve a tener.
-¿Qué oportunidad? ¡Si estamos encerrados! – gritó Luisen gritando.
-A ver ostia, pero se atrancaría o algo, o no, si te parece vino un fantasma y nos encerró aquí para matarnos ¿no?
-Cállate joder, que eso me da mucho respeto – protestó Luisen.
-Y a mí... - dijo César.
-A ver, vamos a buscar una ventana. - dijo Adrian poniéndose delante.
-¡Ay! me muas, ¡yo me pido una cama para dormir eh!
-Vaya mal royo – dijo Alex riéndose.
Entraron en todas las habitaciones, y para su sorpresa y mala suerte, todas las ventanas estaban cerradas.
-Joder, intentar llamar por el móvil – dijo Luisen.
-Yo no tengo cobertura, mira a ver tú Raquel. - Alejandro se movió un poco para ver si encontraba algo de cobertura pero fue en vano. César comenzó a llorar.
-Que yo me quiero ir en serio – les dijo.
-¿Y quién no?
Entraron en la habitación que había al final del pasillo y resultó tener unas escaleras que descendían.
-Genial, un sótano... - dijo César.
-En todas las películas alguien muere en los sótanos. - dijo Cristian.
-Pues yo no bajo – dijo Luisen.
-Ni yo – dijo Raquel. - En serio esto ya da muy mal royo, vamos a romper la puerta.
-¡Eh! callaros un momento – dijo Adrian escuchando. Se oían unos lejanos golpes y todos echaron a correr hacia la puerta principal, la mayoría llorando, dando golpes para intentar derribarla y gritando socorro.

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