viernes, 26 de noviembre de 2010

Terminará pronto



No es un romance de película, no es el príncipe azul con el que todas las princesas sueñan. Y si pensamos en la actualidad, ese latir constante y el sentimiento atrayente hacia esa persona... no están.
¿Dónde está la gracia si no puedes gritarlo a los cuatro vientos? ¿Si no eres capaz de decirle a todo el mundo lo que sientes por la otra persona? Entonces esa magia que provoca delirios y punzadas de calidez en tu pecho no se convierte en otra cosa que cenizas de un sueño que jamás llegó a cumplirse.
Y no conforme, no contento con apuñalar el corazón e inundar el pecho de un ácido corrosivo, también tiene que clavarle mil agujas para que, en cada latido, vayan incrustándose más, hasta convertirse en un dolor inaguantable.
Pero lo soporta y lo aguanta, porque sabe que no es así realmente, puede llegar a convertirse en el príncipe que fue una vez. No os hablo de maltrato no, os hablo de una ignorancia y dejadez más dolorosa que cualquier puñetazo. Porque la cenicienta busca al príncipe pero él no le hace caso. Él no es de los que gritan su amor a los cuatro vientos, no es de los que dice al mundo lo que siente por ella, él es de esos mismos que apuñalan el corazón, los que queman los delirios de un amor caliente, los que atraviesan el corazón con mil agujas... Él es de los que no saben lo que tienen pero tampoco quiere perderlo, él es de los que piensan que todo va bien así, que la cenicienta ya comprende y acepta su comportamiento. Pero lo que el príncipe no sabe es que la cenicienta no esta dispuesta a entregarle a ninguna falsa princesa. La cenicienta no era tan tonta como el príncipe se creía, pero de esto solo se dio cuenta cuando la cenicienta le dejó plantado y ni las lágrimas ablandaron ese pobre corazón maltratado por agujas, puñales y ácido corrosivo.
La cenicienta se arrepintió pero se mordió la lengua, ahora le tocaba a ella ser el príncipe malo.

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