lunes, 27 de septiembre de 2010

Siempre perdemos a un ser querido por una razón injusta.



Ella cantaba, reía y saltaba, era inocente. Quién le hubiera dicho que terminaría así. Esta es la historia de una niña que vivió y murió como una auténtica princesa.
Su nombre era Helena. Si le hubieras preguntado una flor te habría dicho: Heliotropo, si le hubieras preguntado un color te habría contestado: Violeta con pintas rosas, si le hubieses preguntado un animal te habría contestado: Jilguero y si le hubieses preguntado un deseo te habría contestado: Volar.
Esta es la historia de una niña diferente a las demás que crecía con una pureza tan increíblemente contaminada que parecía imposible que siguiera en pie. Sus padres lo sabían, desde el instante en el que nació, no duraría mucho y sufriría, pero, ¿Quién eran ellos para negarle la vida?.
Helena crecía inocente, sin saber el mal que llevaba dentro. Cuando sus padres la llamaban se giraba y les dedicaba una de sus mejores sonrisas, después corría hacia ellos y les abrazaba y mientras se sentaban en la mesa a comer les contaba lo que los pájaros le habían hablado ese día. Helena podía hablar con las aves. Y sus padres sonreían, una sonrisa falsa y forzada que la niña agradecía con otra sonrisa, y es que Helena era buena pero no tonta. Sabía que algo iba mal, que algo en ella fallaba, crecía y cada vez se distanciaba más de sus padres, se iba sola rodeada de pájaros y estiraba los brazos mientras corría por la colina simulando ser una de ellos. Sus padres se preguntaban cuanto más duraría la niña, cuanto más aguantaría su enfermedad. Hasta que un día la niña llegó caminando a casa y se sentó en silencio a la mesa, sus padres la miraron preocupados y la niña habló.
-Sé que yo estoy mala, tengo algo dentro de mí que me está comiendo, me ha echo ser mala, hoy he tirado una piedra a un pajarito y este se ha muerto, no he llorado.
Sus padres la miraron anonadados y la niña continuó.
-Los pájaros no se han enfadado conmigo, dicen que no es mi culpa. Tengo algo dentro de mí que me hace ser mala y dicen que ellos pueden ayudarme. Ya no os volveré a ver, pero tenéis que saber que prefiero eso a seguir haciendo el mal.
Y la niña marchó corriendo sin dar tiempo a sus padres a seguirla. Helena no apareció hasta el día siguiente, o al menos su cuerpo. Su cuerpo vacío y sin vida que yacía a la entrada de la casa. Sus padres lloraron sobre ella, lloraron y hablaron y ella les contestó. No ella si no un pájaro que hablaba con su voz, se posó sobre la cabeza del cuerpo de la niña y habló.
-Mamá, Papá, los pájaros me han ayudado a curar ese mal que llevaba dentro. Ahora soy libre y estoy sana. Esa enfermad no era más que el alma humana. Los humanos sois la peor enfermedad que existe en este mundo y lo contamináis cada vez más. Ahora que no soy humana ya no estoy enferma y como me he dado cuenta no he perdido la vida. Vosotros no tenéis solución, la única forma que tenéis para dejar de estar enfermos en morir. Morir y desapareced porque la tierra no os necesita.
Y los cuerpos de sus padres yacieron junto con el de su hija, a la entrada de una pequeña casita en lo alto de una colina. Donde nunca nadie ha ido.


Aqua!!

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