viernes, 8 de octubre de 2010

La moto de Carru Parte 11.




-Al otro lado del jardín hay un hórreo – les explicó Alberto.
-¿Un hórreo? ¿Y nunca habéis ido?
-No, está pegado a la casa, pero un día fueron cuatro de nuestros amigos y nunca volvimos a verlos.
-Tania quiere que volvamos a colocar las cámaras de seguridad.
-Pero será muy difícil... - dijo Luisen.
-En realidad, si evitáramos la sangre, los perros o monstruos y al payaso, no nos iría tan mal.
-No te jode.. así cualquiera.
-Me refiero a que cada vez que veamos un cadáver no tenemos por qué salir corriendo, al principio era algo... muy fuerte. Ahora ya podemos soportarlo. Llevamos semanas conviviendo entre ellos.
-Tal como lo dices suena sádico.
-Perdón, pero es que es cierto. Si nos manchamos de sangre si estamos en peligro, pero si no, no importa qué se nos ponga delante, con las pistolas podemos abatirlo.
-¿Qué tal si hacemos un plano? - dijo Raquel.
-Sería buena idea, así sería más fácil colocar las cámaras y eso.- respondió Óscar.
-Bien – dijo Alberto.


-Bueno, eso más o menos es la parte de abajo, ahora vamos a dibujar la parte de arriba.
-Eso es más difícil, ¿Recuerdas que al principio había una habitación con dos camas, una virgen encima de cada una y un armario tirado y después había una habitación llena de muñecas?
-Ya.. pero bueno, tan solo con poner las habitaciones valdrá.
-Vamos a ello...


-Bien – dijo Alberto, ahora habrá que ir para colocar las cámaras. Tania nos dirá dónde quiere que las coloquemos.
-Quiero dos como mínimo en cada cuarto, y también quiero que reviséis las que están estropeadas.
-Estabas aquí.. - dijo Alberto al verla – Bien, como quieras.
-Y también pondremos una en el hórreo – Saltó Óscar.
-si hombre...
-Venga, lo intentaremos.
-Bueno anda, está bien.
-¿Vamos a ello?
-¿Ahora?
-Venga.
-¡Esperad! - dijo Raquel.
-¿Qué?
-Plano del jardín.
-Ostias... - dijo Óscar.

-¿Ahora?¿Contenta? - le preguntó Óscar dándole el mapa.
-Sip, ahora sí – dijo Raquel. Salieron otra vez al patio exterior, decidieron ir primero a la casa y como última opción al hórreo. Iban: Alberto, Celia, Iván, Óscar, Raquel, Alejandra, Alejandro y Luisen.
-Bien, vosotros vigilad mientras yo miro las cámaras. - dijo Alberto. Habían entrado por la puerta trasera y el pasillo seguía lleno de escombros y de cuerpos, ya sin vida todos ellos.
Alberto se aupó en una viga que sobresalía de altura y consiguió llegar a la cámara de la esquina desde la cual se veía la entrada a las escaleras del sótano.
-No está rota, tan solo han cortado el cable – dijo.
-Pues recógela y la llevaremos al refugio – dijo Iván. Alberto hizo eso mismo. Recogieron otro par de cámaras y colocaron otras nuevas. Después de una hora, ya habían colocado toda la parte de abajo de la casa. Mientras Alberto colocaba las cámaras, Celia, Alejandra y Alejandro cogían comida y Raquel y Luisen otras cosas que pudieran hacer falta, como mantas.
-Cada vez que venimos, hay más cosas nuevas – dijo Óscar.
-Los recursos nunca se acaban – le explicó Alberto - Bien, listo, ahora iremos a la parte de arriba. Y fueron arriba, el payaso no se apareció en toda esa operación y los chicos comenzaron a estar nerviosos.
Tras una hora y cuarto, Alberto terminó.
-Vamos al hórreo.
-Genial... - dijo Celia.
-Oye.. ¿No os parece que está todo muy tranquilo? - dijo Alex.
-Eso llevamos diciendo una hora.
-Me refiero a que, si no fuera por los escombros y los cuerpos, parecería que nunca hubo un payaso aquí... es más, es como si ya no estuviera – dijo Alex.
-¡Ya lo pillo! - saltó Raquel – Tienes razón... podríamos estar aquí como tontos, bajo tierra durante años y el payaso podría haberse ido ya...
-O podría no ser así, podríamos irnos y ver como asesina a toda nuestra familia – dijo Alejandra.
-Cierto – afirmó Óscar – Tal vez lo que quiere sea ponernos a prueba y ver si somos capaces de irnos o no...
-Pues yo no voy a arriesgar la vida de mi familia.
-Creo que ahí estamos todos de acuerdo. - Y siguieron caminando dirección al hórreo.
-Hay un problema... - dijo Luisen.
-¿Cual? - preguntó Raquel.
-Mira tu mapa, para ir al hórreo hay que salir por la puerta de delante pues lo que es el espacio del estanque a la puerta de entrada, está cerrado.
-Pero la puerta de la entrada está cerrada... - contestó ella.
-Cierto.
-O no – dijo Alberto abriendo la puerta. Todos se quedaron mudos. Hacía semanas que no veían esa imagen, la puerta que dejaba paso a sus hogares, la puerta que daba paso a la libertad...
-¡Yo me voy! - dijo Celia echando a correr. Raquel intentó detenerla cuando pasaba a su lado peor no pudo retenerla. Los demás tampoco tuvieron tiempo y Alberto recibió un puñetazo que le desorientó los segundos necesarios para que diera tiempo a la chica a salir. Todos echaron a correr para evitar que Celia saliera del patio. Si lo hacía, todas sus familias, amigos... incluso ella, morirían.

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