lunes, 4 de octubre de 2010

La moto de Carru Parte 5.



Miriam abrió la trampilla de un golpe y tras ella fueron saliendo los demás.
-¿Dónde cojones estamos? - preguntó Luisen.
-Esto parece una película de terror – dijo Elena.
-Lo es – contestó Óscar. Habían llegado a una sala llena de aparatos siniestros donde, seguramente, el payaso o alguien parecido, realizaba sus macabros experimentos. Sobre las encimeras había botes con órganos y partes de cuerpos humanos. Fetos, excrementos, ojos... Colgados de ganchos del techo, cuerpos de animales abiertos a la mitad y enormes cantidades de botes con sangre.
-Yo me quiero ir de aquí – susurró César.
-¿Qué clase de monstruo haría estas cosas? - dijo Miriam paseando por la sala.
-Un psicópata – dijo Iván.
-Dudo que un psicópata pueda hacer aparecer una cara de payaso del techo. - contestó Raquel.
¡Pass! Todos pegaron un bote y miraron hacia el sonido. Alejandro había tirado un bote.
-Perdón – se disculpó.
-Perdón dice...
-Se oyen sonidos – dijo Guille – y vienen de ahí, ¡Vayámonos! - intentaron escapar por una puerta pero estaba cerrada, la única salida era por la que venían los pasos. Se pegaron unos a otros en la pared contraria, algunos con una silla, otros con instrumentos...
La puerta se abrió poco a poco y de ella no apareció el payaso, si no un personaje muy extraño.
Iba vestido con un pantalón de chándal desgarrado y una pota de casco. Portaba una escopeta en la mano y tenía cara de loco.
-Ah... castañas – dijo mirándolos de uno a uno minuciosamente. - AHHH ¡CASTAÑAS! - gritó apuntándolos con la escopeta. Los chicos asustados levantaron las manos. - Payaso malo.. va a venir... ¡nosotros huir! - y empezó a reírse como loco.
Les hizo un gesto con la mano y se dio la vuelta. Raquel y Elena fueron las primeras en seguirle, después guille, Miriam, Óscar y los demás....
Siguieron a una distancia prudencial al extraño personaje. Sus pasos hacían eco y si se alejaban mucho no podían seguirle. Raquel iba la primera y al dar una curva se chocó contra la espalda del chico, quién se dio la vuelta y la miró de arriba a abajo.
-Pinpinela – dijo. Raquel enmudeció. - ¡PINPINELA! - gritó el chico señalando hacia delante. Raquel pudo ver a una perrita muy pequeña de color marrón con unos ojos extremadamente grandes.
-Pinpinela... - repitió. El chico pareció estar conforme por que sonrió. Siguió caminando. Elena le dio la mano a Guille y avanzaron cogidos de la mano.
Llegaron al final del túnel, que parecía no tener salida. Entonces el chico se paró y señaló al techo. Dio dos golpes en el suelo con la escopeta y se apartó hacia un lado. Los golpes en el suelo hicieron que el techo cediera y cayera y una escalera de cuerda descendiera. El extraño les hizo un gesto para que esperaran y subió por la escalera, tras asomarse y ver que no había peligro, les dijo que le siguieran. Uno a uno fueron subiendo. Se llevaron una enorme sorpresa al ver que estaban en el exterior, para ser más exactos, habían salido al exterior por una de las tumbas del jardín trasero de la casa.
-Sangre... - se escuchó de nuevo la voz y todos se amontonaron. El extraño comenzó a mirar nervioso para todos los lados y les dijo a los demás que se metieran en una pequeña caseta que había a un lateral del jardín. Todos corrieron hacia allí y se metieron justo en el instante de que el payaso se colocó a su espalda. El extraño se giró y apuntó con la escopeta pero en vez de salir una bala, salió un extraño líquido que hizo que el payaso, con una cara de horror, desapareciera.
El chico cerró al puerta de la caseta y guió a los chicos por unas escaleras subterráneas.
-¿has visto eso? El payaso se fue por el líquido ese – dijo Luisen a César.
-Podríamos haber escapado, estábamos en el exterior – contestó de mal humor.
-Pero si no fuera por él, estaríamos a merced del payaso – les dijo Óscar. - yo prefiero seguirle.
Llegaron a una puerta reforzada y el chico dio dos golpes. Una pequeña trampilla se abrió y pudieron ver los ojos de otro chico que al verlo, les abrió.
-¿Quién son? - preguntó el segundo chico.
-Payaso malo, persigue.
-Bien, bien, Alberto muy bien, ala, vete a por las castañas. - le dijo. Alberto, el chico que les había guiado, se fue y los chicos se quedaron con este segundo.
-Mi nombre es Daniel, tenéis suerte de estar aquí. - Y siguió guiándoles por pasillos.
-¿Quiénes sois? - preguntó Guille.
-Somos los supervivientes.
-Supervivientes, ¿De qué?
-Del payaso. Está loco, no es humano, rapta a personas para sacarles la sangre y experimentar con ellas, aquí no puede entrar, estamos protegidos. Nadie que salga de aquí estará a salvo de payaso.
-¿Por qué no os vais para vuestras casas? - preguntó César.
-Morirían, todos morirían, familias, amigos, vecinos... Quién entra en el ojo del payaso, se queda aquí para siempre.
-¡Eso es imposible! - gritó Luisen. Daniel se giró pero no dijo nada.
Les guió y llegaron a una gran sala, parecía una cueva, había una chica con un vestido rosa sentada en un sofá y leyendo un libro. Cuando pasaron por delante se quedó mirándolos.
De la sala central salían varios pasillos y Daniel les metió por uno.
-Esta es la cocina, esta es una sala de juegos, aquí está un baño de hombres, el de enfrente es el de mujeres, aquí está la sala de maniobras y la sala de cámaras. - siguieron caminando y dieron una curva, lo que les colocaba en un pasillo que volvía de nuevo a la sala central.
-Esta es la sala de reproducción, esta la nevera donde guardamos los alimentos congelados, Esta es una despensa donde guardamos todo tipo de provisiones, Aquí está el médico. - Llegaron a la sala central de nuevo y Daniel se metió por otro pasillo.
-Aquí empiezan las habitaciones. La mayoría están vacías y otras sin preparar. - La chica de vestido rosa pasó por delante de ellos y se metió en una habitación. Después cerró la puerta.
-Esa era Tania, es la pareja de Alberto. Hoy es el día de las castañas, lo que quiere decir... ejem.. ya os lo explicaré más tarde. Habéis de saber que aquí cada uno ha de tener una pareja.
-¿Una pareja? ¿Qué clase de manicomio es esto? - dijo Luisen. Óscar, Guille e Iván no paraban de reír.
-¿No sois conscientes de que NUNCA vais a salir de aquí? Tarde o temprano habrá que tener hijos ¿no? - Todos estallaron a carcajadas.
-Espera, espera, Me estas diciendo que las parejas son... ¿Para follar? - dijo Miriam.
-¡Ah! Pues yo me pido a Elena – dijo César.
-Si hombre, no te queda nada.
-Elena es mía – susurró Guille...
-Si...
-Pues ahora iréis a la sala central y os presentaremos a los demás – y así hicieron. Se reunieron allí y les sentaron en unas sillas. Empezaron a aparecer personas, entre las cuales estaban Tania y Alberto.
-Alberto es el encargado de vigilar el exterior en busca de cambios. - dijo Un chico – Yo me llamo Pablo y me encargo de comprobar las reservas.
-Mi nombre es Tania y me encargo de vigilar los movimientos del payaso por las cámaras de vigilancia.
-¿Cámaras? - preguntó Raquel. Tania asintió con la cabeza.
-Yo me llamo Kevin y me encargo de la sala de experimentos.
-¿Experimentos sobre qué? - preguntó Óscar.
-Sobre todo un poco.
-Mi nombre es Jimena y me encargo de limpiar.
-Mi nombre es Eva y soy ayudante de laboratorio, yo me encargo de conseguir todo lo necesario para que Kevin haga el líquido que repele al payaso.
Tras una breve presentación, los chicos fueron repartidos por habitaciones: Óscar e Iván durmieron en una habitación, Guille y César, Alejandro y Luisen, Raquel, Elena y Miriam en otra.
Todavía no estaban seguros en aquel sitio y Raquel, Elena y Miriam se pusieron de acuerdo para ir a la sala de maniobras, donde se suponían que hacían los experimentos. Cruzaron la sala principal con la escusa de ir al baño.
Pasaron de largo y se metieron en la habitación, después cerraron la puerta. Lo que se encontraron allí era algo que nunca se habrían imaginado.
Alejandra, Celia y Andrea estaban metidas en jaulas e inconscientes.
-¡Andrea! - gritó Miriam acercandose a ella.
-Joder.. ¿Qué cojones es esto? - dijo Raquel. Elena estaba anonadada y apenas podía hablar.
-Hay que sacarlas de aquí – dijo Miriam.
-Ve a llamar a alguien – le dijo Elena y junto a Raquel intentaron abrir las jaulas, sin éxito. Miriam salió corriendo y pocos minutos más tarde alguien entró en la habitación.
-¿Qué os creéis que hacéis? - les preguntó Kevin con mala cara.
-¡Hijo de puta! ¿Qué hacéis con nuestras amigas? - gritó Raquel.
-¡Salvarles la vida!
-¿Encerrándolas en jaulas?
-¡Están enfermas!
-¡Tú si que estas enfermo!
-¿Dónde están? - Óscar interrumpió en la habitación, seguido de Iván.

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