domingo, 3 de octubre de 2010

La moto de Carru Parte 3.



-Puf.. vaya movida – dijo Raquel.
-No ya. - le respondió Andrea.
-¿Por qué venís a jugar a las cartas aquí? - peguntó Miriam.
-No si nosotros vinimos a jugar, los que vinieron a jugar a las cartas son los otros – respondió César. Raquel se giró hacia Elena.
-¿Sabe mamá que estas aquí?
-No, le dije que bajaba a Pozo.
-Genial...
-Sangre... - dijo alguien.
-¿Qué? - preguntó Luisen.
-Yo no dije eso.
-Ni yo.
-Ni yo...
-Mira, me estáis tocando los cojones de una forma... ¡Pass! - la lámpara que estaba colocada encima de su cabeza estalló.
-Joder – dijo Raquel..
-¿Hay algún sitio para limpiarme la herida?
-Sí, esa puerta es una cocina – dijo Alex.
-Venir alguien conmigo – Andrea, , Raquel, Alex y Luisen fueron a la cocina. Entraron y Andrea abrió el grifo del fregadero.
-¡ahhhhhhhhhhh! ¡es sangre! - gritó poniéndose a llorar.
-¡No te muevas! - gritó Luisen señalando a suelo. - No te muevas nada.
-¿Por qué no? - dijo Alex.
-Joder mira el suelo. - Había gotas de sangre que caían de forma que creaban una frase: yo quiero sangre...
Todos miraron hacia arriba y vieron una cara de payaso sobresalir del techo, les miraba riéndose y tras sacarles la lengua desapareció.
Todos echaron a correr, gritando y llorando.
-¿Qué pasa? - preguntó César. Luisen se lo explicó entre lágrimas.
-¿Andrea? - preguntó Miriam. Ya sin girarse y sin decir nada Raquel comenzó a llorar.
-Yo no vuelvo te lo juro.
-Yo menos – dijo Luisen.
-Vamos a buscar a los otros - comentó Alex.
-Una mierda que el payaso vino de arriba. - dijo Borjita.
-¿Y si están muertos? - dijo Elena
-¿Tú que eres tonta?- le contestó Raquel.
-¿Y qué hacemos?
-¡Que sois tontos! ¡Vamos a por Andrea! - gritó Miram.
-Yo voy si viene alguien – dijo Borjita. Y así Miriam, Iván, Elena y él se fueron a la cocina. En seguida volvieron.
-No está – dijo Borjita.
-Vamos a buscara los demás – dijo Alex.
Subieron las escaleras.
-Sangre... - se escuchó de nuevo la voz. Todos se pararon a mitad de las escaleras y se miraron entre sí.
-¿Quién tiene sangre? - preguntó César llorando. Todos comenzaron a mirarse. Borjita y Miriam habían pisado el charco de sangre de la cocina.
-¡Largaros de aquí!– les gritó Raquel.
-¡Cállate tú payasa! - le contestó Borjita.
-¡Se calla tu puta madre enano!, el puto payaso va a ir a por vosotros y no pienso estar cerca cuando aparezca.
-¿Por qué a por ellos? - preguntó César.
-¡Por que quiere la sangre!
-¡Tú eres tonta!
-Di lo que quieras pero Andrea estaba manchada de sangre y fue la primera en desaparecer.
-Si pues os alejáis de aquí vaya – les dijo Elena.
-Pues vamos a buscar a los demás – dijo Miram adelantándolos a todos.
-Una mierda – dijo Raquel corriendo delante de ella – de aquí no pasas, no vas a acercarte a nadie.
-¡Raquel! No seas tonta y dejala pasar – dijo Alex poniéndose a la altura de Miriam.
-Que no joder, que ellos nos saben nada – dijo comenzando a llorar.
-¡Que te quites payasa! - le dijo Borjita. Recibió una bofetada que resonó en toda la casa.
-¿Qué pasa? - dijo Adrian apareciendo por detrás. Luisen se lo contó todo.
-A ver, voy a ir yo a la cocina. - dijo.
-Pero ya fuimos y no hay nada – le dijo Miriam.
-Y apero bueno...
-Ya verás, va a querer hacerse el valiente.. - susurró Borjita. Todos esperaron en la base de las escaleras. Esperaron. Y esperaron. Y Adrian no apareció.
-Joder...
-Sangre... - se escuchó. Todos callaron.
-¿Veis? - dijo César.
-Ay me muas, ese va a coger cagalera de tanta sangre. ¿Y si es un vampiro? Uy a mi que no me muerda que mi sangre sabe mal.
-Es que eres todo musculitos – se rió Guille.
-Alex, Luisen y César, ¿Podéis venir un momento? - les preguntó Raquel. Se los llevó unos metros más alejados y les susurró algo al oído.
-¡Ahhhhh! - gritó Miriam. Estaba señalando hacia el techo y todos vieron de qué se trataba. La cabeza del payaso les miraba y sonreía.
En seguida todos se dispersaron. Unos echaron a correr hacia el sótano, otros hacia la parte de arriba de la cocina y otros hacia las habitaciones.
Pronto salieron pues no se atrevían a estar solos.
-¿Dónde están Miriam y Borja? - preguntó Iván. Raquel miró a Luisen y a César y se encogió de hombros.
Pronto se encontraron todos sentados en el sótano, con la puerta cerrada y sentados en unos sofás. Todos en silencio y algunos llorando, otros intentando abrir la ventana, sin éxito.
-Tenemos que salir de aquí – dijo César.
-Esto parece Rec – dijo Óscar.
-¿Qué es eso? - preguntó Elena.
-Una peli.
-¿Cómo acaba?
-Todos mueren.... - se hizo de nuevo el silencio.
-Ay me muas... ya no podemos tener a unas vírgenes
-¿Por qué no? - preguntó Alejandra.
-Por que las vírgenes sangran... ahora solo podemos con Raquel. ¡Ay! Me muas, que me dejas tonto. - dijo cuando Raquel le tiró un palo a la cabeza.
-¿Más que ahora? Imposible...
-Tengo un sueño... - dijo Alex.
-Yo no puedo ni dormir – contestó Celia.
-Está lloviendo... - Comentó Raquel.
Había tres sofás donde entraban dos o tres personas y el colchón de una cama de matrimonio viejo tirado en el suelo. Luisen, Alex y Raquel estaban sentados de mala manera en uno, Guille y Óscar echados en otro, Iván César y Cristian en otro y Elena, Alejandra y Celia en el colchón.
Algunos se habían dormido ya cuando comenzaron a sonar unos golpes que les despertaron de repente.
-¿Qué cojones es eso? - preguntó César.
-Ostias, viene de ahí – dijo Óscar levantándose del sofá. Había una trampilla de aire de ventilación bastante grande como para que entrara una persona colocada justo encima del sofá donde estaban Guille y Óscar. Los dos se apartaron en seguida y todos se quedaron atentos a ver qué podía ser. No había duda de que alguien estaba arrastrándose por ahí dentro.
-¡Eh! ¡Abrid esto! - les gritó una voz conocida.
-¡No está muerta! - gritó Elena.

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