martes, 19 de octubre de 2010

La moto de Carru Parte 18








-No sabemos si los demás están muertos o vivos – dijo Elena.
-Pero no queda ningún otro lugar para ir – dijo Kevin. - Ha matado a Andrea, a Dani y a Alberto y no sabemos nada de César, Pablo, Kiara y Jimena. Por no hablar de los que han desaparecido antes.
-¿Crees que ir directamente a enfrentarnos al payaso nos salvará? - preguntó Celia.
-Creo que es la única forma de saberlo...
-¿No decíais que solo el amor podía con el payaso?
-¿Veis algo de amor aquí? ¡No! Las únicas armas somos nosotros mismos. - dijo Kevin.
-Es un suicidio – dijo Miriam.
-¿Por qué no sales con alguna de nosotras? - dijo Elena. Todas le miraron – A ver, no digo que yo quiera salir con él, pero en situaciones desesperadas, medidas desesperadas, que Kevin elija una chica y...
-No – interrumpió Kevin – No es que no quiera pero... yo no me puedo enamorar de ninguna de vosotras, es que yo soy... soy gay. - Todas quedaron en silencio. Fue Miriam la primera en romper el silencio.
-Haberlo dicho antes... bien yo creo que la única solución es ir a la casa, nos arriesgaremos y buscaremos a los demás, si todavía quedan hombres podremos hacer parejas con ellos... y derrotar al payaso.
-Bien.. si estuviera Carru u Óscar... - comenzó Alejandra. Celia la miró mal y calló.
-Ya.. si estuviera Andrea podría estar con Guille...
-Y tú con Óscar – dijo Elena.
-¿Qué insinúas?
-Joder nada, simplemente que si tuvieras que escoger a un chico ¿no escogerías a Óscar? - dijo Elena. Miriam no habló más.
-Sea pues. No perdamos el tiempo.
En la parte oculta de la casa...
-¡Corre! - gritó Raquel.
-Vaya coincidencia que hayan aparecido los dos – le dijo Guille corriendo.
-¿Estarán preparados? ¿Funcionará?
-No lo sé.. ¡pero corre!
-¡Veo la puerta de la habitación! Genial está abierta.
-¡Ahí! ¡Luisen! - Luisen, al ver a los chicos acercarse corriendo, dio la señal a sus amigos y se pusieron todos a los lados de la puerta. Raquel y Guille entraron corriendo y frenaron contra la pared. La moto, manejada por el payaso, entró después y recibió el líquido que los chicos habían fabricado. Raquel, Luisen y alguno más lloraban y otros no podían moverse del pánico.
Óscar e Iván echaron una red por encima de la moto. El payaso, o lo que era su cara, comenzó a dar vueltas y vueltas. Gritaba de dolor y de la cara había comenzado a salir humo. La moto se apagó y cayó de lado.
La moto, con una expresión de odio, miró a Raquel y a Guille, que eran los que tenía delante, y salió disparada hacia ellos.
-¡Cuidado! - gritó Alex. Raquel besó a Guille.
-Dios... - dijo Óscar.- Esto ha sido de película.
-Vaya – dijo Luisen cayendo al suelo – le has dado un beso y el payaso desapareció.
-Lo siento – dijo Raquel a Guille.
-Eh ¿Podemos llamar al payaso otra vez? - bromeó Guille. Raquel hizo un gesto de burla. Todos se sentaron en el suelo.
-Yo casi me cago – reconoció Alex. Se encontraban sentados en un circulo, mirando al suelo y recopilando la información de la escena pasada. Nunca habían tenido al payaso tan cerca y no sabían si lo habían matado.
-Increíble... - dijo César al cabo de un rato. Todos le miraron.
-¿Hablas? - dijo Óscar. El chico sonrió, como quién sonríe después de haber gastado una broma inocente.
-¡Estáis aquí! - dijo Alejandra abriendo la puerta de la habitación. Todos pegaron un salto.
-¡Joder! No nos des esos sustos.
-¿Solo sois vosotros? - preguntó Celia.
-¿Y vosotras? - dijo Raquel – sois tres... - terminó la frase con un hilo de voz - ¿Dónde está mi hermana?
-Es que – comenzó Alejandra – hubo un accidente y ella y Kevin murieron.
-¿Qué accidente? - preguntó Raquel. Todos miraban a las dos chicas.
-Pues el suelo se hundió y Miriam no podía con el peso de las dos... - comenzó a explicar. Eso fue suficiente para que Raquel cogiera su arma y le rajara el cuello a Miriam.
-¡Loca! - gritó Luisen. Alejandra y Celia se quedaron pálidas. Luisen cogió un brazo a Raquel, el otro Óscar e Iván le arrebató el cuchillo.
-¿Estas loca? - dijo Óscar.
-¿Loca? ¿LOCA? ¡loca debería de estar después de semanas encerrada en una casa con caras de payaso flotantes, motos que andan solas y trampas por todos lados! ¡Loca debería de estar después de ver como casi todos mis amigos son asesinados uno por uno! ¡De andar y cargar con cadáveres a los que se les salían las costillas y les colgaban los ojos! ¡Todos deberíamos estar locos! Pero matar a mi hermana... dejarla caer y obligarla a descender en picado con la conciencia de que va a estrellarse y morir dolorosamente...de que va a sentir un fuerte impacto que la va a matar... dejarla caer hacia la oscuridad sin poder agarrarse a nada y viendo como ¡tú! ¡furcia! Te salvas la vida... ¡Eso si que me vuelve loca! - terminó gritando al cuerpo de Miriam que vomitaba sangre - ¡Púdrete en el infierno! - y de un brusco tirón se soltó de Óscar y de Luisen y se sentó en el suelo.
Guille al abrazó y Alejandra se sentó a su lado. Y lloró.
-Alejandra, Alejandro, Celia, Luisen, César, Guille, Raquel, Óscar e Iván. Nueve de las veinticuatro personas que llegaron a vivir en la casa, los últimos supervivientes.
-¿Piensas hacer una película? - preguntó Raquel.
-Eso sería bueno – dijo Alejandra – significaría que he salido de aquí.
-Ya...
-Que bien que os hayáis librado de la moto y el payaso, lo que no sabía era lo de La Mente.
-Y El Traidor.
-Ya.. eso es lo peor. La mayoría de los que están aquí sospechan de los demás.
-¿Tú sospechas de alguien? - Raquel asintió con la cabeza.
-Oye... - dijo Celia. Algunos la miraron – He encontrado una trampilla.
-Esto está lleno de trampillas – dijo Guille. Todos se acercaron a ver.
-Bueno...¿Vamos? - dijo Alejandro. Nadie se negó. Entraron por la trampilla y cayeron a una habitación.
-Cuidado – dijo Iván que había sido el primero en entrar – no caigáis.
La trampilla era un conducto que unía la habitación de la casa oculta donde se encontraban, con una habitación de la casa real.
-Las dos partes de la casa están unidas por muchos sitios – dijo Óscar.
-Muchos sitios y ni una puerta normal y corriente – dijo Raquel. - Cuidado peque... la caída es el doble para ti – bromeó.
-Payasa – sonrió Guille pegando un salto hasta el suelo. Y todos bajaron a la habitación.
-¿Sois vosotros? - dijo una voz al otro lado de la puerta.
-¿Andrea? - dijo Celia. La chica, asustada, abrió la puerta y sonrió al verlos.
-No hay tiempo... La Mente está enfadada. Una parte de su poder se ha ido... la casa está a punto de derrumbarse.
-¿Cómo sabes eso? - preguntó Luisen.
-¿No lo veis? - dijo señalando a la pared. Estaba llena de grietas y parecía a punto de caerse.
-Pues es verdad – dijo César. Todos salieron de la habitación y bajaron las escaleras. Se encontraron ante la puerta principal de la casa.
-¿Creéis que está abierta? - preguntó Óscar.
-Solo hay una forma de averiguarlo – dijo Luisen. Y todos contuvieron el aliento mientras que la puerta, con un crujido, se abría y dejaba pasar una luz del día cegadora.
-Se abrió... - dijo Alejandra.
-Pero no podemos irnos – dijo Celia con tristeza.
-Es cierto, tú aquí quietecita, que la última vez la armaste buena – dijo Raquel. Todos salieron al jardín delantero de la casa, donde se veía una parte del hórreo y mirando, con añoranza, el exterior, donde se encontraban sus hogares y sus familias, el lugar al que no podrían volver nunca más...
¡PUM!
Todos se dieron la vuelta y se alejaron un poco. Vieron como poco a poco la casa se iba derrumbando, dejando ante ellos ruinas.

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