martes, 19 de octubre de 2010

La moto de Carru Parte 16.




-Espera... - dijo Raquel cogiendo a Luisen del brazo. - No me fío de César... creo que él es el traidor.
-Ya pero... no podemos hacer otra cosa que seguirle y estar atentos.
-Podemos irnos... decírselo a los demás y acabar con él... - dijo Raquel.
-¿Pretendes matar a césar?
-Para salvarnos a todos sí...
-Está bien a ver... ¿Qué te parece si intentamos buscar a La Mente o al payaso por nosotros mismos?
-¿Solo nosotros? Sería un suicidio...
-Acabas de decir que seguirle es un suicidio. - se quejó Luisen.
-¡Eh! - dijo Alex – ¿Qué hacéis?
-Nada – respondió Raquel – vamos ahora.
Al primer descuido del resto del grupo, Luisen y Raquel se desviaron.
-¿Sabes donde vamos? - preguntó al chica.
-No... ¡Joder! Telas de araña...
-¡Odio las arañas! ¡Tengo fobia! - gritó.
-Ya bueno, lo que tu digas pero esa araña me está mirando mal.
-¡Ah! - gritó Raquel echando a correr. Luisen la siguió.
-¿Dónde...?
-Ni idea.
-No hice la pregunta.
-La imaginaba.
-Joder como corres.
-Me dan miedo las arañas.
Piipii
-¿Móvil? - preguntó Luisen mirando a Raquel. Esta se palpó el bolsillo del peto.
-Parece ser... pero si no tengo cober... ¡Tengo cobertura!
-¿Qué dices? ¿Puedes llamar?
-Espera que me llaman... - y descolgó - ¿Si? ¿Iván? ¿Tienes cobertura? ¿Dónde? Pero estamos sabe dios donde... ¿La música del móvil? Vale... - colgó – Es Iván, tienen cobertura y van a llamar al exterior... dice que sigamos la música del móvil para encontrarlos.
-¿Qué música? - preguntó Luisen.
-Escucha – dijo Raquel. Estaba sonando el pam pam americano. Los dos chicos siguieron la música. Caminaron durante diez minutos por pasillos y al final llegaron a una habitación.
-¿Están aquí dentro? - preguntó Raquel.
-Se supone - dijo Luisen. Abrieron la puerta y entraron en la habitación. La música dejó de sonar.
-Lo llamaré otra vez.. - dijo Raquel. Lo intentó pero el móvil de Iván estaba apagado.
-¿Lo apagó? - preguntó Luisen.
-Se quedaría sin cobertura
-Lo dudo.
-Sea lo que sea, vayámonos de aquí.
-Ya... genial – dijo Luisen soltando el pomo de la puerta.
-Sea lo que sea por favor dime que la puerta no está cerrada... - suplicó Raquel. La cara de Luisen lo dijo todo. - ¡Yo lo mato!
-Ya.. yo también lo haría, pero creo que para eso antes tenemos que estar vivos nosotros.
-Genial... ¡Eh! ¿Y si abrimos esa ventana y pasamos a otra ventana?
-¿Ventanas? Ostias... ¿No se supone que esto esta bajo tierra?
-Pues.. esto tiene que dar a algún sitio. - dijo Raquel subiendo la persiana. Cuando la subió observó que la ventana daba a un pasillo.
-Esto es peor... que Alicia en el país de las maravillas. - dijo Luisen.
Pronto se encontraban corriendo por los pasillos, en busca del resto del grupo, hasta que, por pura casualidad se los encontraron de frente en una esquina.
-¡Hijos de puta! - les soltó Raquel nada más verlos. Hasta César se quedó pálido.
-¿Dónde cojones estabas? - preguntó Luisen. - ¿No dijiste que siguiéramos la música?
-Pero si puse la música...
-¡Ya! ¡Que casualmente nos llevó a una habitación de la cual no se podía salir!
-Pues no sé vaya...
-Eres un cerdo – le soltó Raquel. Las cosas siguieron igual, tensión entre todos los aventureros.
-Creo que el traidor es Iván – dijo Raquel – No creo que sea César.
-Ya... yo pienso lo mismo – dijo Luisen - ¡Alex! Ven un momento... ¿Por qué nos engañó? ¿Lo sabías?
-Que va tío.. si no me di cuenta.
-¿Dónde estabas cuando nos llamó? - preguntó Raquel. Alex, nervioso, intentó explicarse.
-A ver... yo estaba hablando con César, debió de llamaros entonces porque no me di cuenta...
-Vale anda... - dijo Luisen. Raquel y Luisen siguieron más atrasados.
-Luisen... - dijo Raquel.
-¿Qué?
-¿Piensas lo mismo que yo?
-¿Piensas en comida?
-¡No!
-Entonces puede que pensemos en lo mismo.
-Dios tío... Alex dijo que había hablado con César, ¡Y César no a hablado desde que nos lo encontramos!
-Ostias... uy, pues es verdad... No se vaya, pero yo no pienso fiarme de ninguno.
Y las relaciones desde entonces fueron tensándose cada vez más. Buscaron y buscaron durante horas, y no encontraron nada. Llegó la noche, pasó otro día y otra noche más...
En el minirefugio, la moto sin conductor había atacado a los demás y había matado a tres personas.
-Tengo hambre – dijo Óscar.
-Se acabó – dijo Antonio parándose en seco – Tenemos que crear amor.
-Y Raquel es la única chica... - dijo Luisen mirándola.
-¿Es que no existe amor entre hombres? - dijo malhumorada.
-Avanzar sin amor será un suicidio. Nos detendremos, descansaremos, comeremos y esperaremos.
-¿Esperar? ¿A qué? ¿A qué alguien se enamore? - dijo Guille.
-Exacto.
-Bueno... Óscar, Raquel... ya sabéis – continuó.
-Já, que gracia peque.
-No lo digo en broma...
Y así, guiados por César, llegaron a una habitación que, al igual que la cocina de la casa, parecía recién abastecida de alimentos.
-Cogeremos mantas y pasaremos aquí el tiempo necesario. Atrancaremos las puertas desde dentro – dijo Tony.
-¿Qué se ha creído? - dijo Alex por lo bajo.
-Bueno yo... prefiero hacer caso por ahora – le respondió Luisen. Recogieron mantas, comieron y bebieron y se acostaron, turnándose para hacer guardia. Luisen y Raquel se pusieron un poco alejados para hablar.
-Me jode decir esto pero... ahora mismo eres el único en el que confío.
-Lo mismo te digo, esto es una movida muy rara vaya.
-He decidido apuntar nombres en la hoja, ahora mismo somos ocho supervivientes, al menos aquí: César, Tony, Carru, Iván, Guille, Óscar, tú y yo.
-Ponle una crucecita a Iván y a César, que son los principales sospechosos.
-¿Qué te parece si se la pongo también a Alex?
-¿A Alex?
-Si... no es que sospeche, bueno sí, pero si te das cuenta no solo nos ha mentido antes si no que una vez nos dijeron que la moto no pararía hasta que él fuera el único superviviente.
-Ya, bueno pónsela por si acaso. El Tony ese no creo porque nos está ayudando pero... sabe dios de donde saldría. Nah, pónsela por si acaso.
-Okey. Cuatro sospechosos y cuatro libres de culpa.
-Tendremos que fijarnos en ellos sobretodo. Uno de esos cuatro es el traidor.
-Bien... y hablando de parejas...
-Sé lo que estas pensando así que ve y hazlo ya.
-¿Por qué sabes lo que estoy pensando?
-¿Estas pensando en comida?
-Um... no.
-Pues entonces sé en que piensas. Ve y preguntáselo, al fin y al cabo eres nuestra última esperanza...
A la mañana siguiente.
-¿Y bien? ¿Qué te ha dicho? - le preguntó a Luisen.
-Me ha rechazado...
-Vaya hijo de Fruta, si era él el que quería.
-Al parecer solo estaba fingiendo que quería.
-Pues... hijo de Fruta – Raquel sonrió cuando Luisen le intentó levantar el ánimo.

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