domingo, 3 de octubre de 2010

La moto de Carru Parte 2.



La puerta no se rompía.
-A ver, por narices tiene que haber algún sitio para salir – dijo Adrian.
-Vamos al piso de arriba – les propuso Alex. Luisen le sacó un corte de manga.
-Si por los cojones. - Adrián imitó la voz de otro amigo suyo, llamado Iván y dijo la misma frase, todos se rieron.
-Venga anda vamos, con tal de salir de aquí – comentó César. Adrian iba el primero, seguido de Alex, Raquel, César, Luisen y Cristian.
El piso de arriba estaba formado por más habitaciones. Entraron en la primera a la izquierda y vieron una habitación con dos camas y un armario medio volcado. Las camas estaban llenas de moho y encima de cada una había una cruz con una virgen.
-Vaya mal royo – dijo Luisen.
-Ay vamos a rezar – dijo Cristian arrodillándose – Señor, nosotros que adoramos a la virgen, te rogamos que nos concedas una para cada día del año.
-Cállate ostia – le dijo Raquel dándole una colleja en la cabeza.
-Vamos a ver que hay en el armario.
-¡Párate Adrian! - le gritó César. Este, haciendo caso omiso, abrió las puertas del armario y dentro se encontró algunas ropas viejas y rotas.
Salieron hasta la siguiente puerta y se encontraron otra habitación con una cama llena de periódicos viejos. La tercera era un baño viejo y asqueroso en el cual ni siquiera entraron.
La cuarta fue la habitación que mas estragos causó en ellos. Tan solo había un armario gigante.
-No lo abras – dijo Luisen a Adrian. Nadie quería abrirlo pero Adrian siempre había sido muy curioso. César intentó evitar que lo abriera pero cuando le cogió y empujó para atrás las puertas ya se habían abierto.
-¡JODER! - gritó Raquel. Un hacha había caído entre los pies de Adrian.
-Mira oh... - comentó Alex pálido.
-Si no llega a empujarte César, te corta la cabeza – dijo Luisen.
-Larguémonos.
Cristian cogió el hacha y bajó las escaleras seguido por los demás. Fueron a la puerta y con todas sus fuerzas envistió con el arma la madera. Un líquido comenzó a surgir de la puerta.
-Dios, parece sangre.
-Esto es una pesadilla – dijo César riéndose – te lo juro, esto no está pasando vaya.
-Vamos a ver... a menos que esto sea una película, dudo mucho que sea tan grave, yo voto por bajar al sótano. - les comentó Raquel.
-Yo creo que hay alguien abajo y dudo que sea un asesino – se puso de su parte Alex.
-Fíate, yo no bajo – le dijo Luisen – Bajáis vosotros y yo os espero aquí.
-Y yo.
Adrián, Alex y Raquel bajaron las escaleras del sótano mientras que César, Luisen y Cristian esperaban arriba.
Las escaleras estaban llenas de polvo y ya no se oía ningún ruido, alumbraban apenas dos escalones por debajo de ellos con la luz del móvil. Llegaron abajo y se encontraron con otra puerta. Intentaron abrirla pero no pudieron. Iban a dar la vuelta cuando la puerta se abrió.
-¿Guille? - Preguntó Raquel.
-Ostias, ¿Qué hacéis aquí? - Alex se rió.
-¿Qué haces tú aquí? - preguntó Adrian. Guille abrió la puerta y dejó ver lo que había detrás de él: Estaba Óscar, Iván, Elena, Alejandra y Celia. Jugaban a las cartas. Cuando les vieron se levantaron.
-¿Qué hacéis aquí? - preguntó Raquel.
-Jugar a las cartas ¿Vosotros? - contestó Óscar. Por detrás llegaron los tres que se habían quedado arriba.
-Oímos voces y bajamos – dijo Luisen. - ¿Qué hacéis aquí?
-¡Hola! - les dijo Alejandra.
-¿Cómo entrasteis? No podemos salir. - les dijo César.
-Nosotros por la ventana del sótano – les contestó guille.
-Ay me muas y nosotros como tontos arriba.
-¡No se abre! - gritó Celia. Todos miraron a Celia, quien estaba intentando abrir la ventana.
-¿Qué cojones es eso? - dijo Raquel mirando al suelo.
-Marcas de goma quemada de una moto – le respondió Iván.
-¿En un sótano donde apenas entra una bici? - dijo Adrian – Esto es raro.
-Os juro que como esto sea una broma os mato a todos – dijo Luisen perdiendo el control.
El sonido de una moto retumbó en toda la casa. Venía del piso de arriba y por un momento todos quedaron anonadados.
-Vamos a ver – dijo Adrián subiendo las escaleras. Óscar fue el primero en seguirle, después Cristian, Guille, Iván y después el resto.
Fueron a la habitación del armario grande donde habían encontrado el hacha.
-¿Y vosotros? - dijo Óscar nada más entrar. En la habitación estaba Miram, Andrea y Borja.
-¿Qué hacéis aquí? - preguntó Borja.
-Vinimos a jugar a las cartas y ahora no podemos salir.
-Nosotros no sabemos como llegamos.
-¿Cómo que no sabéis? - Preguntó Guillermo cuando los vio.
-No tío, no nos acordamos de nada.
-Anda me cago en Dios que sois vosotros los que nos están tocando los cojones – amenazó Luisen.
-¿Qué dices gilipollas?
-Gilipollas tu puta madre, a ver a quién insultas – defendió César.
-¡Ya lo sé! - gritó Cristian.
-¿Qué sabes? - le preguntó Alex. Todos le miraron.
-¡El señor nos ha juntado aquí porque nos va a ofrecer una virgen para cada uno!
-Pues aquí vírgenes no faltan – soltó Óscar. Todos rieron pero las chicas le soltaron una torta cada una.
-¡Venga! ¡Una orgía! - dijo Cristian bajándose los pantalones. César, Luisen y Adrian evitaron que se bajara algo más... Los demás no podían parar de la risa.
-Vamos a intentar abrir abajo – dijo Elena. Todos hicieron caso y fueron saliendo uno a uno.
-¡AH! - gritó Andrea. Todos la miraron. - Me acabo de clavar un clavo. - Apenas se había hecho daño pero sangraba un poco por el brazo. Había intentado salir a la vez que Miriam por el marco de la puerta y había embestido el lateral con el brazo.
-¿Estas bien? - le preguntó su amiga.
-Si pero me quiero ir.
Bajaron todos las escaleras que sonaban como si una manada de elefantes desbocados descendieran por ellas.
De nuevo enfrente de la puerta principal vieron que el líquido que parecía sangre había formado un charco en el suelo.
-Me da miedo – dijo Alejandra cogiendo el brazo a Celia.
-Pues a mí también – dijo Borjita cogiendo a Elena.
-Párate ostias – le contestó esta.
-¡Callad! - dijo Iván. Todo el mundo hizo silencio y escucharon unos pasos en el piso de arriba.
-A ver a quién nos encontramos ahora – dijo Guille indiferente.
-Puede que no sea ninguno de nosotros. - dijo Miriam.
-Anda hombre, vamos a ver quién es. Pero no vamos todos, que venga solo algunos. - dijo Adrian.
-Yo voy contigo – dijo Guille.
-No, tú no vas – le contestó Raquel.
-Venga, yo también voy – dijo Óscar.
-¿Qué sois tontos? - Adrián, Guille, Óscar, Cristian, Alejandra y Celia subieron, el resto se quedó abajo.

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